sábado, 21 de octubre de 2017

Dejar en la estacada

Durante la época medieval, se hizo muy comón el dirimir las disputas en el campo de batalla.
Montados en su caballo y ataviados con sus mejores armaduras, los caballeros simulaban un enfrentamiento guerrero en el que el único factor común con una guerra de verdad era la muerte. De esta manera, lanza y escudo en mano, cabalgaban en paralelo a una empalizada de madera que separaba sus territorios, hasta encontrarse y clavarse la lanza, de tal manera que el que tenía más fuerza y, sobre todo, más pericia, clavaba su lanza sobre el torso o cabeza de su adversario, de tal manera que lo hacía descabalgar y, en la mayoría de las ocasiones, también morir.

Aquella empalizada de madera, al ser construida a base de estacas, pasó a ser conocida como estacada. De tal manera, cuando alguno de los caballeros quedaba frente al otro, dentro de los límites de la estacada, quedaba completamente desamparado de ayuda y amparado solamente por su propia suerte.

De esta forma, hasta hoy ha llegado el dicho de "dejar en la estacada" cuando se dice que alguien ha sido abandonado a su suerte, sin ningún tipo de ayuda y solamente a merced de su propio ingenio o pericia.