lunes, 15 de abril de 2013

Hablar por boca de ganso

Durante los siglos anteriores, retrocediendo a la época palaciega de la Ilustración, cuando el barroco y el rococó dieron paso al post clasicismo, las grandes familias solían contratar a un Ayo con el fin de que este ejerciese de maestro de letras y ciencias para sus hijos. El Ayo, un educador dogmático, pragmático y enciclopedista, dotaba de una educación rígida a los niños de familias nobles con el fin de instruirlos para su futura incorporación a la alta vida social.

Debido a que siempre iban equipados de plumas de ganso para mojar en tinta y escribir sus textos, los Ayos pasaron a ser conocidos, popularmente, como gansos. A la consolidación del apodo ayudaron también los paseos que, por pasillos y jardines, daban los Ayos con sus alumnos, quienes le seguían en fila india, a semejanza de una familia de gansos. En estos paseos, los niños iban repitiendo, de manera casi inconsciente y literal, cada una de las lecciones que les había enseñado su "Ganso".

Los niños lo repetían todo sin verificar si lo que decían era o no cierto. Lo daban por hecho puesto que era lo que les había enseñado su Ayo. Así, el paso del tiempo denominó a "hablar por boca de ganso" a todas las frases o palabras dichas simplemente porque lo habian leído o escuchado en algún sitio, sin pararse a pensar si lo que estaban diciendo era verdadero o coherente.

Así, hoy, cada vez que alguien dice algo con pinta de estar muy enterado y simplemente lo dice porque se lo ha escuchado decir a alguien o lo ha leído en algún sitio, decimos que está hablando por boca de ganso. Porque en realidad es lo que popularmente conocemos como un listillo y tiene muy poca idea de lo que está diciendo.

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