miércoles, 8 de abril de 2015

Me importa un pito

En la antigua milicia, el portador del pito tenía la figura simbólica de encabezar las tropas e ir tocando una especie de silbato que ayudaba a la marcha de la formación. Generalemente se trataba de jóvenes sin rango militar que se echaban a un lado a la hora de la batalla y cuyo papel en el ejército no era más que testimonial. Tocaban el pito y poco más.

Su paga era la mínima y su poder de decisión era totalmente nulo. Por ello, cada vez que hablaban, eran escuchados con total displicencia. Fue por ello que cada vez que una frase atronaba los oídos de alguno de los soldados, estos, para recalcar la indiferencia que les producía, solían decir que aquello les importaba un pito. Es decir, no le daban más importancia que lo que pudiese decir el chico que se encargaba de tocar el pito. Lo que era nada o casi nada.

Dicha expresión la hemos adoptado en nuestros días para recalcar que algo no nos importa nada. Nos pueden decir que fulanito ha dicho algo de nosotros y nosotros contestar "me importa un pito"; es decir, me da igual lo que digan.

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